El tallo y el sol

Tallo sin flor, entumecida,
que en tu maceta entierras tu recuerdo.
Tus raíces ahogan tu crecer.
Tus pétalos en tiempo brillantes
Cayeron ya por el olvido.
Savia que viene y va,
y vuelve, sin ejercer fuerza
ni encontrar salida.
La luz del sol dejó de brillar para ti,
te aferras a la luz de lo efímero
Anclada en tierra infértil,
Consumes tu escaso alimento.
Un día y otro día,
así tu tronco adelgaza más.
Tallo erguido que torna blanco
Por su costado y de perfil,
Mira las nubes
y busca algún rayo de luz perdido.
Tu tierra no se cambiará.

Inexorablemente viejo

Pelo blanco, mente lenta.
Verbo al que le cuesta nacer.
Camino de arena y piedras,
esperando en un banco para reposar.
Sentarse y contemplar.
Cómo pasa la vida, tan gritando.
Cómo llega la muerte, tan despacio.
Ojeras desfiguran mi mirada.
Tiempo pesado sobre mis espaldas.
Sentarse y contemplar, de nuevo.
Antes del camino final.
Decir adiós sin volver la vista atrás.
Todo está hecho ya.
¿Qué queda ahora por reclamar?
La vida sigue, para otros, que la viven ya.
¡Llenos de euforia quiero dejarles ya!

No hay tiempo

Silencio, noche, oscuridad.

Oigo apenas una respiración rítmica,

Sosegada.

Me abstraigo y dejo fluir el verso

De aquello que mi ser perturba.

Es mi noche entre paréntesis.

Mi pausa. Mi lágrima invisible

que cae por un tiempo inacabado.

Me abrazo al mástil del ayer.

Me azota el aire del destino

No hay tiempo para llorar.

No hay tiempo de preguntar

Y hablar.

Todo ocurre y todo pasa.

Y luego vuelve a llegar

El destino caprichoso

Esperar volver a amar.

Amanecer vital

El amanecer debe traer alivio a una noche aciaga.
Debe purificar cada día,
Debe anunciar el nuevo día,
Lo más nuevo. Lo más puro.
El alba debe acompañarse de rocío
que refresca la mañana
Que aviva el canto de los pájaros.
Enterramos la tragedia,
Olvidamos gestos repetitivos
Limpiamos el alma
Y saludamos a la vida.
El amanecer debe estar junto a tu corazón
Acampar con tus recuerdos
Tensar los vientos del futuro.
El amanecer: el momento de inicio y de fin.
Curiosa paradoja del mundo
Ajetreado entre paredes de hormingón
Y alfombras de asfalto.
Amanecer, precioso momento en el que el sol se yergue,
Pintando el cielo de mil colores.
Rompiendo el telón de la oscurs noche
Abrazando y recogiéndote con cariño
Olvidando tu ayer, y poniendo la mesa para disfrutar de tu hoy.
Amanecer ayer, hoy. Siempre.

Evolución

No soy más, ni menos.
No voy en el buen camino,
Me equivoco mucho.
Intento aprender.
Selecciono y elijo.
Soy mi yo más íntimo con todos mis defectos.
La vida me ha llevado donde estoy.
Yo opino, yo creo.
Pero las palabras siguen hiriendo.
El amor propio sigue presente
Y la evasión total se difumina.
Mi vida me ha arrastrado aquí.
Quizá soñaba con un mundo perfecto.
Una amistad perfecta.
Y ahora golpeo mi burbuja de cristal:
¿No hay nadie que me quiera escuchar?
¿Soy tan pequeño, que aunque chille,
Nadie me oirá?
Mi padre me daba un baño de realidad,
un espejo y un futuro.
Ahora reviso a mi alrededor y veo
lo que me dijo, lo que me amó,
Lo que perdonó.
Y yo ahora camino, intento cada vez más recto,
Seguir la línea, o quizá no.
Inconformista a mi manera,
Burbuja a mi manera,
Consciencia a mi manera…

Satisfacción

Es de la vida una contradicción,
que te mueve, que te abarca,
que te llena y te apiada.
Es del espíritu una lección,
una elección y selección
rutinaria, esperada.
Deseada.
Es la satisfacción un anhelo
que siente y busca el corazón.
De etapas vienen mil amores,
de épocas vienen sinceros clamores.
De joven, satisfacción por descubrir la vida,
De viejo, satisfacción por vivir más de un día.
Entre medias, si familia media,
trabajar, cumplir, reanudar tareas.
Llenar de orgullo tu hacienda,
Sentir pleno el corazón.
Hacer lo correcto. Y ganar.
Porque perder no satisface
No invita a continuar.
Triunfar sobre pequeñas cosas,
Compartir, alegrar, amar, educar.
Satisfacción de un trabajo bien hecho.
Satisfacción de un día completo.
Satisfacción de poder dejar este mundo
Teniendo todo hecho.

Cómo se llama la vida

¿Cómo se llama la vida, si a veces no es vida?

¿Cómo se llama el silencio?

¿Cómo se llama el deseo de estar en otro sitio?

¿Cómo se llamas el castigo cuando no es castigo?

¿Cómo se llama tenerlo todo? Y a veces pensar que no tienes nada?

48

He estado vacío,
He estado excitado.
Un año vivido donde he estallado.
Muchos días aturdido,
Muchos días nublado.
Cumplo en dos días 48.
Número par, y pasa.
Cambio la mano y pido juego.
Vuelvo a apostar por lo que viene delante.
48 años.
¿Tendría mi padre el mismo pensar?
Con su edad, sus hijos, sus miedos…
No. Nunca tenía miedos.
Yo nunca lo vi.
No así. Siempre erguido, fuerte.
Ahora soy yo el que suma en el calendario.
Soy yo el que cuenta las mañanas de rocío en el invierno.
Soy yo quien vive y hace vida.
Y comparte.
Y lucha.
Y, sin darme cuenta, llega un año más.
Un año donde mis sueños
Se van tachando en mi lista vital.
Y las cosas se cumplen.
Y la vida sigue.
Y el dolor, a veces incomprendido, va pasando.
Como si nada fuera conmigo.
Pero todo es conmigo.
Como oración del pasado y del futuro.
Como alma que no está, que se perdió.
Todo está. Sigue. Avanza.
Todo en un tiempo insignificante de vida.
Un año que quiero cerrar.
Que he vivido y he sucumbido,
Y desfallecido.
Y vuelto a levantar.
La balanza de la vida se va equilibrando.
Y yo elijo en qué lado poner la siguiente ficha.
48 años.
Todo vivido ya.
Todo por vivir.
Todo por luchar.
¡Feliz cumpleaños!

¿Dónde está mi verso para ti?

¿Dónde estás, verano?
¿Dónde está mi verso para ti?
No te siento, no al menos como antes.
La peonza permanece tumbada,
Nadie la gira, nadie la lanza.
Verano: ¿dónde estás?
Veo tus momentos pasar,
Como si fueran fichas de dominó.
Y de un lado no paran de caer,
Empujando una a la de delante,
Y sabiendo lo que tambien pasará al final.
Yo solo observo, y me preparo para parar.
Es en tus atardeceres preciosos
Donde pintas con tus tonos rojizos las copas
De los pinos del pinar.
Es en tus cálidas noches
Donde encuentro la paz y la felicidad.
Parar, respirar, no sufrir.
No gritar
Esos veranos no los recuerdo ya.
Divertirse sin versos que inspiren al alma
Abrazarse sin sobresaltos,
Querer querer sin molestar.
Esos veranos no los siento ya.
Sentir tu piel con la mía,
Eso ya quedó atrás.
¿Dónde están mis versos para ti,
Verano?
Dejo a la emoción entrar por su camino,
Hago un parón en mi dominó.
Una niña juega con otra a la peonza.
La lanza, y comienza a girar.
El verano recuperó su verso ya.

Puedo tocar el agua con mis pies
Quizá hasta los tobillos. Nada más.
Sentir que, aunque fuera el mundo no para,
aquí la arena se ha pegado
en la paredes cristalinas del reloj.
Ni un ruido. Ni un pájaro.
Solo una ligera brisa que revuelve las hojas más altas
de los chopos que resguardan tu cañón.
Paz absoluta. El tiempo se para.
Huelo a tierra y a resina.
Mi alma se funde con las rocas
Que vieron milenios pasar.
Le doy las gracias a la vida,
Que me permite reencontrarme contigo,
Cañón de la Vírgen de la Hoz.
Siempre en el momento en el que más te necesito.
Aquí soy niño de nuevo. Siempre. Solo aquí.
Y tengo paz.
Solo aquí.
Camino con mi padre que sale del río vivo, de pescar.
Le ayudo con su banasta. Escucho. Aprendo.
La vida se para y no hay tiempo para nada más.
Solo ser feliz. Pero de verdad.
El resto nunca lo igualará.
El tiempo nunca volverá,
Y simpre seguirá ahí.
Cañón de la Hoz.
Sublime sensación.